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Cuando la atención es lo primero

17/06/2020

 

Nuestra sociedad ha vivido en los últimos meses una situación sanitaria sin precedentes. Una crisis derivada de una pandemia mundial que ha dejado muchas cifras de fallecidos y enfermos, y que ha puesto en primera línea el trabajo de los sanitarios. Nos habíamos acostumbrado tanto a la atención universal que se nos olvidaba que tiene límites en capacidades técnicas y materiales, pero sobre todo humanas.

 

En muchos sitios han faltado equipos médicos pero nunca profesionalidad. Los más veteranos y aquellos que aún estaban en procesos de estudios y formaciones se unieron para dar una respuesta ejemplar. El trabajo sin descanso, la lucha contra una enfermedad imprevisible, imposible de controlar y sin vacuna ha puesto al borde del precipicio a todos. Pero los sanitarios han demostrado que su capacidad de trabajo es ingente y sobre todo que su vocación de servicio es indiscutible. Centros privados y públicos han puesto a disposición de la población todos los recursos humanos y materiales en la lucha contra la pandemia.

 

Muchos de los que han trabajado en equipos sanitarios estaban en cursos de formación, estaban mejorando sus conocimientos prácticos para ser aún mejores cuando atendieran a un paciente. Pero abandonaron las prácticas y las clases para ser parte de un sistema único en el que no solo han sido imprescindibles los recursos materiales (con muchas carencias) sino que han sido vitales la humanidad el estar al lado de los enfermos, el darlo todo para atender a todos.

 

España suma muchas vidas perdidas, y se han vivido situaciones de profundo desconsuelo por no poder estar al lado de los que amamos, pero ninguna de las personas que dio su último suspiro en un hospital lo hizo solo; la humanidad estuvo por encima de todo, y la profesionalidad acompañó estos procesos que han permitido que cientos de miles de personas pudieran volver a sus casas con el pleno conocimiento de que han estado en manos de los mejores.

 

Ahora muchos de los que estos meses han estado en los centros médicos volverán a sus consultas, también a las aulas y lo harán con conocimientos que nunca se enseñan en los  libros pero que son una bastión imprescindible en la medicina, la sonrisa, la mirada paciente, la claridad en las explicaciones, el saber que la ciencia es básica pero que la cercanía es imprescindible para dar una atención sanitaria de diez.

 

Volverán las clases, las rotaciones, la formación hospitalaria y con ellas todos esos jóvenes que se han puesto en primera línea y que han visto las grandes carencias de una sanidad que necesita del respeto absoluto y la admiración por parte de todos, pero que también depende de los recursos materiales y de los buenos gestores. Hemos aprendido palabras que, quizás, nunca deberían haber salido de la práctica sanitaria: EPIS, respiradores, mascarillas…pero que se han convertido sucesivamente en esperanza, desconcierto y a veces miedo. También hemos aprendido que la solidaridad y la honestidad entre países, tan necesarias, a veces flaquean cuando más se necesitan.

 

Sangre, sudor y lágrimas es lo que nos ha costado superar  la pandemia y empezar a remontar. La nueva normalidad no es otra cosa que la máxima responsabilidad individual, y lo que siempre tuvo que haber sido: inversión en ciencia, cultura social, previsión y mimar todo lo que de verdad merece la pena, los magníficos profesionales de España. Nos hemos sentido huérfanos de buena gobernanza y ahora miramos adelante con la esperanza de que alguien haya aprendido algo. Esto no ha acabado, es una pausa para coger aire muy fuerte, establecer las estrategias necesarias y no volver a equivocarse. Es conveniente recordar lo que dijo Napoleón: “Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan haberla encontrado”.

 

Los que no son necios, sin duda, son los grandes profesionales sanitarios y los científicos que merecen el aplauso silencioso por cada una de sus intervenciones. La próxima vez que nos toque esperar en la consulta recordemos que ellos ponen la profesionalidad, los recursos son otra línea distinta.

 

Gracias a todos por cada segundo de lucha